Tras la muerte de su padre e impulsada por una carta con la promesa de una herencia, Amalia llega a una casona de Medellín donde la espera Carmelo, su medio hermano. Mientras ambos conversan, las paredes se deterioran, los muebles y los objetos de la casa desaparecen, sin que ninguno de los dos lo advierta. Amalia descubre, a medida que la conversación avanza, que ya no hay mucho para heredar. Las cosas han sido repartidas entre una cantidad indeterminada de hijos y la casa, es un cascarón vacío que representa la ausencia como la verdadera herencia de su padre.

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FESTIVALES

PERSONAL ARTÍSTICO Y TÉCNICO